Ya ni me molesto en hablar con él porque no sirve de nada. Cuando mi padre está borracho se pone muy pesado y aunque a mi me encanta que me folle, no siempre me apetece. Lo que hago es dejar que se desahogue y reconozco que poco a poco me voy poniendo más cachonda y al final me acaba gustando tanto que yo también me corro a chorros.