Que pesado se puso el sobrino de mi marido pidiéndome que durmiera la siesta con él. Tenía claro que sus intenciones no eran buenas pero eso era precisamente lo que me excitaba. Intuía que el muchacho estaba bien dotado porque eso las mujeres lo sabemos. No me equivoqué, cuando le bajé los calzoncillos y chupé su verga sabía deliciosa y dentro de mi coño se sentía aún mejor. A la pregunta si me arrepentí de aquello la respuesta es clara por mi parte: NO.