Yo siempre he sido un amante de la lencería, tanto lencería nueva como usada. Bragas, tangas, sujetadores, medias, leggins, pantys y cualquier prenda de ropa interior que use una mujer me excita hasta límites insospechados y con el tiempo admito que soy un fetichista de la lencería.

En mi casa hay dos mujeres, mi madre y mi hermana, pero mi obsesión por la lencería femenina jamás traspasó la barrera de “lo normal”, hasta el día que encontré en la habitación de mis padres unas bragas de mi madre llenas de flujo vaginal…

Sabía que la noche anterior mis padres hicieron el amor porque son bastante escandalosos, de hecho estuvieron hasta las tantas de la madrugada. Hacía tiempo que no hacían el amor y después de lo que os voy a contar descubrí que la que realmente estaba excitada era mi madre. Cuando las mujeres están en esos días previos a tener la regla se ponen super cachondas y eso se nota tanto en su actitud con en sus bragas.

El caso es que me quedé dormido escuchando como mis padre follaban, pero era algo a lo que estaba acostumbrado y no le di mayor importancia. A la mañana siguiente mis padres se fueron a trabajar como todos los días, así que me hice el desayuno y recordé que mi madre me había dejado dinero para coger el autobús en su mesita de noche. Cuando terminé de desayunar fui a cogerlo y al lado de sus zapatillas estaban tiradas unas bragas, obviamente con mi pasión por la lencería no pude evitar echarles un ojo y estaban impregnadas con un montón de flujo del coño de mi propia madre.

Por un lado me resultaba asqueroso, pero por otro no podía dejar de pensar en cuánto me excitaba que una mujer excitada mojara sus braguitas. Dudé mucho sobre qué hacer con esas bragas, hasta que al final opté porque guardarlas en  mi armario al igual que guardo las prendas de otras mujeres con las que tengo sexo.

Pasaron los días, me olvidé de aquello y yo seguía masturbándome con las prendas que más me excitaban, hasta que un día volví a ver las bragas de mi madre secas y que conservaban todo su flujo. Todo fue muy confuso, de hecho lo hice inconscientemente porque agarré las bragas de mi madre y me fui al baño para masturbarme con ellas.

Mientras me masturbaba tenía cientos de sentimientos contradictorios, pero no podía parar de hacerme la paja mientras admiraba las manchas de las braguitas de mamá. Cuando eyaculé me sentí sucio porque me había corrido sobre ellas, pero aún así no las limpié y las volví a dejar en mi armario.

Al cabo de unos días mi madre me preguntó: ¿tú no habrás visto por casualidad unas bragas blancas de licra hijo?, es que no las encuentro por ningún lado y estaban prácticamente nuevas… Pensé muchas cosas; desde que sabía “mi secreto” hasta que las había encontrado en mi armario, pero reaccioné con naturalidad y le dije que no tenía ni idea.

Pasaron algunas semanas y pensé que todo se había olvidado, pero un buen día mi madre me dijo: cariño, ven un momento que tengo que hablar contigo. Yo fui a hablar con ella como si nada porque ni me acordaba del asunto, pero su pregunta fue mortal: hijo, sé sincero, ¿tú has guardado mis bragas en tu armario?… No sabía dónde meterme, estaba claro que me había pillado y cualquier excusa que pusiera ridícula.

En ese momento tenía dos opciones: o mentir y decir la verdad, así que con la confianza que siempre he tenido con ella decidí contarle mi pequeño secreto…

  • Sí mama, yo las guardé porque me excita la ropa interior femenina, pero no es porque fuera tuya, simplemente las encontré en tu habitación y me las guardé.

Esperaba que me echara sus típicos sermones y que se enfadara, pero para nada sucedió eso. Simplemente me dijo:

  • Tranquilo hijo, sé que la lencería es un fetiche que excita a muchos hombres y si te ponen cachondo mis bragas pues incluso me siento alagada…

Eso me bloqueó por completo porque no me esperaba esa contestación, no sabía si cortar de raíz la conversación o seguir con ella. Decidí seguir.

Mira mamá, cada uno vive su sexualidad como puede o quiere y reconozco que me excitó mucho ver tus bragas llenas de flujo, de hecho el olor era lo que más me excitaba… Ella me miró sonriente y me dijo que me entendía porque a mi padre le pasaba lo mismo. Joder, mi padre también era un amante de la lencería femenina, se ve que la genética tira mucho.

Después de esa conversación me dijo que ella lo único que quería era que yo fuera feliz y si a mi me ponía cachondo oler ropa interior manchada, haría todo lo posible para agradarme. Aquello era una clara invitación a mantener una especie de relación incestuosa fetichista y no me lo podía creer, pero quise ir “más allá”.

  • Mamá, ¿tú serías capaz de tener relaciones sexuales con un hijo?. Se hizo un largo silencio mientras mi madre miraba al suelo con la cara muy seria. Después de no sé cuánto tiempo levantó la cabeza, me miró fijamente a los ojos y me dijo: si hijo, no es que sería capaz, es que quiero sentirte dentro de mi…

Miles de pensamientos invadieron mi cabeza mientras yo también la miraba a los ojos muy nervioso. Mi madre me acababa de confesar que quería mantener relaciones sexuales en toda mi cara, ¿qué se supone que debería hacer?….

CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE RELATO DE INCESTO EN incesto.me.