Le entregué mi virginidad a mi tío el día de mi 19 cumpleaños

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Mi tío Miguel tiene 35 años y es el más joven de mis tíos por parte de mi madre. Desde jovencita siempre me lo pasaba muy bien con él, jugaba mucho conmigo, me compraba todo lo que quería y en definitiva pasaba muy buenos ratos con él.

No puedo negar que era un hombre atractivo y aunque era soltero, se notaba que todas las mujeres lo miraban con ese brillo especial en los ojos que tenemos las mujeres cuánto nos gusta un chico. Era deportista, se cuidaba y siempre pensaba que la mujer que estuviera con él sería muy feliz y afortunada.

Un día vino a mi casa por negocios y pasó la noche con nosotros. Yo tenía en ese momento 18 años recién cumplidos y mi cuerpo había cambiado mucho desde la última vez que nos habíamos visto. Mis pechos ya tenían una talla 90, tenía más caderas, un culito respingón y en general tenía muchas curvas que él no había visto. Yo había quedado con mis amigos y me había puesto una minifalda y una camisa con un gran escote, de hecho mis pechos sobresalían porque reconozco que me encanta provocar.

Cuando nos vimos me dio mucha alegría y salté sobre él abrazándome como siempre lo había hecho hasta ese momento. ¡¡¡Qué alegría verte sobrina!!!, ¡¡¡cuánto tiempo sin vernos y qué mayor estás!!!…

Me reí mientras me retiraba y en ese momento lo pillé mirándome las tetas, aunque rápidamente apartó la mirada dejando entrever que se había sentido mal por aquello. Yo me acerqué de nuevo y le di un fuerte beso, al fin y al cabo es normal que un hombre se fije en una mujer y más cuando va provocando como era mi caso.

En ese momento me vinieron a la mente todos esos momentos en los que me había masturbado pensando en mi tío, aunque realmente no era más que una fantasía adolescente que tienen muchas chicas. El caso es que me fui con mis amigos y mi tío se fue, pero me prometió que en mi 19 cumpleaños estaría conmigo para celebrarlo juntos y así quedamos.

Llegó el día y a primera hora de la mañana y tal y como me prometió, mi tío llegó a casa muy temprano. Era sábado y me llevó a un montón de sitios como siempre había hecho. Después de comer fuimos a un spa y me puse un bikini nuevo que me había comprado el cual me quedaba bastante ajustado. Cuando nos metimos en el agua me recompuse el bikini porque se me salían las tetas y marcaba demasiado mi rajita del chochito, y le pedí perdón mientras me reía diciéndole que me había comprado una talla menos. Él de nuevo se sintió violento y apartó la mirada enrojecido y violento por la situación.





Después de estar un rato disfrutando del agua hicimos una carrera en la piscina y sin querer él me tocó un pecho con su mano. “Perdona, no quería…” ¡No te preocupes tito ha sido culpa mía por nadar tan cerca de ti!”. Salimos de la piscina y yo iba delante, me giré intuyendo que él estaría detrás y efectivamente así era, pero también me di cuenta de que su pene estaba en erección e intentó disimular poniéndose las manos. Después nos fuimos a casa y le dije: “Tengo que ducharme para quitarme el cloro”, y me quité la camiseta.

Totalmente consciente de que mi tío estaba excitado le pregunté: ¿me puedes ayudar a quitar la parte de arriba del bikini”, es que está muy duro (le dije)… Mmmmm, si claro, cómo no… me dijo. Pobrecito, lo estaba poniendo al límite y me excitaba esa situación. Cuando torpemente me desabrochó el sujetador, directamente me di la vuelta y le puse mis pechos a menos de medio metro de su cara, preguntándole si quería meterse en la ducha conmigo.

En un segundo había desaparecido, así que era obvio que estaba controlándose y no quería dejar salir sus instintos naturales sexuales más básicos. Me duché tranquilamente con la puerta abierta y cuando terminé le dije gritando: ¡ya te puedes duchar tito!. Solo cuando salí del baño entró él mirando hacia el suelo y tal y como salí cerró la puerta, pero ese baño no tenía pestillo…

Cuanto escuché el chorro de agua de la ducha entré y corrí la cortina estando totalmente desnuda, entonces mi tío gritó: ¡¡¡pero qué estás haciendo!!!, entonces yo le respondí: perdona tito, no te había dado una toalla, te la dejo aquí. Estuve unos segundos admirando su cuerpo desnudo, uffff, qué bueno estaba y su polla era muy grande aún estando en descanso. Me dio las gracias y me pidió por favor que me marchara de allí.

Yo ya iba a por todas y le dije que por qué no me dejaba estar allí.

– ¡Eres mi sobrina!, ¿no sabes que esto no está bien?.

– Pero tito, yo quería pasar un fin de semana especial contigo y cuando digo “especial” ya sabes por dónde voy… Sé que te gusto porque no has parado de mirar mi cuerpo en todo el día, le dije mientra me tocaba las tetitas y lo miraba con ojos de deseo.

– Vete por favor, ya hablaremos luego porque ahora no estoy para pensar mucho…

En ese momento su polla se había puesto durísima y mientras me mordía los labios sonriendo le dije: Vale, luego hablamos.

Rápidamente fui a mi habitación y me puse tan solo una camiseta blanca que marcaba mis pezones y mis tetas que me llegaba a la altura del ombligo. Por debajo unas braguitas blancas de lycra brillantes muy ajustaditas que de nuevo marcaban mi coñito, que en ese momento ya estaba húmedo pensando en lo que pasaría aquella noche.

Cuando mi tío llegó al salón enseguida me preguntó; ¿no podrías haberte puesto otro tipo de ropa?, a lo que yo le respondí, “es que así estoy más cómoda, ¿te molesta?. No, bueno…, es que estás demasiado provocativa y me siento algo incómodo.

En ese momento fui a por todas porque sabía que lo tenía en mi terreno, así que sin decir ni una sola palabra más me puse delante de él, retiré a un lado mis braguitas y empecé a masajear suavemente mi clítoris para ver cuál era su reacción. Permaneció en silencio con la mirada clavada fíjamente en mi sexo y entonces empecé a hablar con los ojos cerrados: “Oh tito, cuántas veces me he masturbado pensando en ti, he tenido cientos de orgasmos pensando en que tú y yo teníamos sexo”.

Cuando abrí los ojos él también se estaba masturbando y entonces me dijo: “cariño, tienes el coño más hermoso que he visto en mi vida, por favor no pares”… Ya era mío, así que sin mediar palabra me agaché y empecé a mamarle la polla lentamente mientras le miraba fijamente a los ojos y acariciaba sus pelotas.

Hasta ese momento no me había penetrado nunca ningún chico, pero estaba dispuesta a perder la virginidad con el hermano de mi madre porque era “lo que me pedía el cuerpo”. Hacía pausas controladas para que no se corriera en mi boca rápidamente y cuando paraba, le decía cuánto me estaba gustando tener su pene en mi boquita y el sabor tan agradable que tenía. En ningún momento paré de masturbarme y no recuerdo cuantos orgasmos tuve, pero ya os digo que fueron muchos y seguidos.

Llegó el momento de terminar con aquello porque mis padres llegarían después de cenar, así que le dije que siguiera sentado en el sofá y que no se moviera. De nuevo me retiré las bragas y me senté sobre su gran polla dura lentamente. Pensé que siendo la primera vez me dolería, pero ni mucho menos, mi propio flujo vaginal hizo de lubricante y entró hasta el fondo con facilidad. Después de un par de minutos cabalgando gritó: “¡Quita, que me voy a correr!, pero no le hice caso y seguí botando sobre su polla hasta que se corrió dentro. Después seguí un rato sin levantarme para asegurarme de que toda su leche había entrado dentro de mi.





De repente escuché el coche de mis padres y nos vestimos rápidamente, poniéndonos a ver la tele como si nada hubiera pasado. Mis padres entraron en casa, nos dieron las buenas noches y se fueron a su habitación. Aliviados porque no nos habían pillado, mi tío me preguntó: “supongo que te tomarás la píldora anticonceptiva ¿verdad?, y yo le respondí: no tito, ni siquiera lo había pensado…

marzo 5, 2021