Quizá por compasión o quizá simplemente porque ese era «el día», esta tía negra creyó que era el momento de follarse a su sobrino. La mujer tiene la costumbre de ir en lencería por su casa y aquel día no esperaba la visita del chico. Otra de sus costumbres es la de no cerrar la puerta de casa, y claro, el sobrino fue a visitarla sin saber lo que le esperaba… La negra le echó tal polvo al jovencito que raro sería que no le rompiera el frenillo.